México cuenta con una posición geográfica clave para el comercio mundial. No sólo es un importante socio comercial y el vecino inmediato de Estados Unidos, sino que funge como la puerta de entrada para los países de Centro y Sudamérica.
Desde mediados del año pasado, esa posición en el mapa, complementada con otros factores como los problemas con las cadenas de suministro ocasionados por la pandemia de Covid-19, las tensiones entre Estados Unidos y China, y el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) han dado lugar al nearshoring.
Al ser colindante con Estados Unidos y tener diversas facilidades para llevar mercancías a dicho país por el T-MEC, México se ha posicionado como un territorio sumamente atractivo a nivel global.
En materia económica, el país se beneficia de forma sustancial de esta ‘mudanza’ operativa global. El Banco Interamericano de Desarrollo señaló a México como el país que más ganancias obtendrá del nearshoring en Latinoamérica, con un potencial para obtener hasta 35,300 millones de dólares al año, por la exportación de bienes.
A nivel regional, señala la misma organización, el nearshoring en el corto y mediano plazo podría representar un aumento de hasta 78,000 millones en nuevas exportaciones de bienes y servicios, con oportunidades importantes en industrias como la automotriz, textil, farmacéutica y energías renovables, entre otras.